
Sueñas con la vida a pesar de tu muerte.
Lobos del sigilo te pensiguen,
solo escapas cuando llegas a un meandro de tu espíritu.
En el silencio curas de color tus heridas.
Aún no has creado, oh Dios, tu aliento todavía no es Palabra,
la garganta no converge la energía de tu soplo,
eso está a punto de suceder,
y ya la hybris de tus hijos en tu sueño reniegan de ti.
Disculpa mi osadía de monje blanco,
en el jardín de la forma y del color no se deben repetir errores,
no faltaré al antiguo crimen de imitarte de manera negativa.
Quiero destruir mi efigie, fetiche idolátrico brulador de tu esencia.