En tus tierras de recuerdos, México,
me convertí en el Oyente de la Palabra.
Fui ordenado sacerdote de la estética sanadora;
celebro en el templo del mundo de las ideas.
Como el Quijote también recibí mis armas,
soy caballero de la Palabra bella,
me nombró como tal un caballero de los rosotros de cristo.
Su poder pasó a mí como de Elías a Eliseo.
Tengo su capa.
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