
SOLEDAD, 18 de junio de 2011
Ya me hablaban los signos hoy de muerte;
Fue primero el saltamontes herido,
Luego un conejo sin fuerza y sin suerte;
Lo último, un amor no correspondido.
No, ni la música al alma acompaña;
Yo no quisiera quedarme en el vicio
Del deseo que atrapa cual telaraña,
Y hasta le frustra el fondo al precipicio.
Solo en la vida, así seguiré estando,
Muerto en vida, es igual, me da lo mismo.
Quiero abrazar tus músculos rozando
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